La Moción 83 y la búsqueda de caminos hacia la certificación comunitaria

Tras haber sido aprobada en 2014, la Moción 83 busca sus vías de desarrollo mediante el respeto a los deseos de las comunidades.
La reunión sobre la Moción 83 congregaba el lunes a un gran número de asistentes.

Por Noel Castro Fernandez, FSC GA Youth Reporter.

Una llamada a la sencillez. Esto es lo que piden las comunidades de Sudamérica y América Central a la hora de modificar el estándar para la certificación de comunidades en el  manejo de los bosques de los territorios que habitan.

En 2014, la Asamblea General del FSC aprobó la Moción 83 para la búsqueda de maneras de integrar las necesidades de los pueblos indígenas dentro de los estándares de certificación comunitaria. Hoy, tres años más tarde y con un programa piloto para una alternativa en progreso, algunas de las exigencias de estas comunidades buscan reflejar sus realidades diarias. Por un lado, ellos sonquienes “conocen mejor el bosque”, pero al mismo tiempo es posible que carezcan de los recursos necesarios para lidiar con los requisitos legales de sus gobiernos, o para enfrentarse a ciertos desafíos que les sobrepasan, como la ocupación ilegal de sus territorios, las presiones de mercado o la falta de conocimiento en cuanto al sistema de certificación, entre otros. Según ellos, es en estas situaciones cuando el FSC debería interceder y ayudarlos a superar estos desafíos.

“Si el FSC realmente está comprometido con aumentar las reas certificadas, lo cual significa cambiar la relación entre la sociedad y el bosque, debemos pensar en las comunidades, quienes son dueñas actualmente de las áreas de bosque más grandes del mundo. Juntando a Brasil, Bolivia, Colombia y México, estos países suman un total de 240 millones de hectáreas, lo cual es más de los 200 millones de hectáreas que el FSC ha certificado en sus 20 años”, resaltó Juan Carlos Ocampo de Timberwolf Consultants, añadiendo que aún hay mucho trabajo por hacer.

Comenzando en el 2015, la ONG noruega Bosques del Mundo (FOW, por sus siglas en inglés) en una colaboración estrecha con estas comunidades decidió comenzar a desarrollar una serie de estándares alternativos que alinearían los requisitos del FSC más estrechamente con los deseos y necesidades de los pueblos indígenas.

“Buscamos una herramienta que sea sencilla”, agregaba Ocampo. De hecho, el FSC quiere simplificar los requisitos de varias maneras diferentes: a través del precio de la herramienta (adapt la habilidad económica de la comunidad), y a través del lenguaje utilizado (que no debería ser demasiado complejo para que las personas en las comunidades lo puedan entender y evaluar), en su densidad (evitando indicadores irrelevantes en relación a las comunidades), o tal vez debiera incorporar los diferentes beneficios que el ecosistema en los bosques ofrecen más allá de la producción maderera.

Es por eso que el proyecto piloto del FSC trata de respetar las idiosincrasias de las comunidades a través de medidas que apoyan la transferencia progresiva de capacidades entre el FSC y las comunidades locales, como la evaluación y manejo de los bosques. Este enfoque nuevo depende del conocimiento tradicional de la comunidad en lo que se refiere a la preservación de su cultura y sus medios de sustento, lo cual se encuentra altamente contrastado con el enfoque tradicional, cuyo foco principal es la generación de ganancias.

Las técnicas como el mapeo étnico de las áreas forestales, que ayudan a marcar las áreas de valor para la comunidad, son prueba de la intención de preservar la cultura y el estilo de vida de estas comunidades.

Otras entidades de certificación como Nepcom, Imaflora y la Alianza para Bosques han contribuido y trabajado con FOW en el desarrollo y la implementación de estos estándares, que a estas alturas ya han sido probados con éxito en Honduras y Bolivia, se están probando actualmente en Brasil y pronto lo serán en México también.

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